Misoginia y otros malestares femeninos

Estoy muy molesta. Me explico: 

La ley de equidad de género es, en teoría una maravilla legal que permite a las mujeres tener el mismo número de oportunidades que los hombres para aspirar a un puesto de elección popular. Pero para ser candidata elegible, hay que ser una mujer exitosa en carrera y familia, impecable según los estándares de una sociedad conservadora. En la práctica es una tomada de pelo, porque cualquier hombre con influencias políticas, para su partido, su candidatura vale más que la de diez mujeres preparadas. Total, en estos tiempos, mujeres preparadas hay a granel en todos los ámbitos. 

La ley de equidad de género nos obligaría en teoría, a voltear a ver las competencias profesionales, trayectorias, experiencias, contacto con la sociedad, gremios… pero no. El botox es tema de campaña. El peso de las candidatas también, porque los comentarios van de “pinche gorda”, al photoshop, o a “lo falsas que se ven”, o “vieja operada”, “seguro es amante de alguien” y la favorita de los machos: “puta”. Llegamos a un punto surrealista en el que, gracias a las redes sociales, sobran opinadores y faltan argumentos inteligentes. 

Este fenómeno es muy visible en las cuentas de redes sociales de las candidatas. Los community managers de las campañas, no sufren con los candidatos. Son las cuentas de candidatas en las que tienen que estar cuidando los comentarios denigrantes, hechos tanto por hombres como mujeres. La política no es un concurso de belleza, las candidatas no están para modelar, ni para que te cases con ellas, ni para que las manden a lavar y planchar (comentario verídico de un hombre a una candidata: “que se regrese a lavar y planchar a su casa, una vieja no me va a gobernar”).

Las mujeres podemos aspirar a ser votadas. Me siento como si estuviera escribiendo en 1953, sin embargo, soy una profesionista, ama de casa y madre de familia en el 2015, absurdamente escribiendo temas vivos desde hace 62 años, que al parecer no van acompañados de valores que los hagan evolucionar. Las mujeres que sean electas, gobernaran con el cerebro e ideas; no con su cara, ni con su grasa o la falta de ella. 

En nuestra familia, crecimos tres hijas con tres etiquetas impuestas por gente externa a mis papás: la inteligente, la tremenda y la bonita. Con el tiempo y varias de mis decisiones adolescentes me sentí bastante tonta, y, a pesar de no ser fea, nunca me sentí más bonita que mis hermanas… esa época de la pubertad en la que por nada, todo se fue al carajo. Esa época propia de la edad, en la que mi hermana la tremenda siguió haciendo de la vida lo que le dio la gana, y además decidió ser bonita; y la bonita decidió demostrar su gran inteligencia y talento apasionante. Pero en este momento, en el que la gente ataca a las candidatas, estamos denostando a mujeres adultas, inteligentes y preparadas, con comentarios de bullying de primaria a preparatoria. 

Me encontré una nota en esos disque portales noticiosos que aparecen 2 meses antes de las campañas y desaparecen el día después de la elección, pero estoy convencida de que no abordaron la problemática correctamente. Tiene una fotografía bastante burda y obvia de lo que sucede: En la parte de la lona que viste el mitin, podemos distinguir que el evento es un candidato hombre del Partido Acción Nacional. Temo Galindo se llama el susodicho, y curiosamente en su página temogalindo.com, éste hombrecito incongruente tiene sus noticias cacareadas de su maravilloso programa antibullying. Se ven también unas niñas de primaria, atrás de un travesti con una máscara y una peluca rubia y despeinada y una maleta de dinero, aludiendo a la candidata del PRI, Claudia Pavlovich. ¿Cuál es la congruencia de Temo Galindo, poniendo esta parodia donde se ríen del peso, del botox, y de historias tergiversadas del espionaje telefónico realizado por gente del PAN Gobierno? ¿Programas antibullying para lavar la misógina parodia de una opositora? ¿Claudia no tiene derecho al botox pero Marcela Fernández de Gándara sí? ¿Qué están aprendiendo las niñas que están desde atrás, que “es correcto”, que “eso es la política” o que “es a lo que se exponen si, como mujeres, quieren ser alguien”?



También fui víctima de esta gente. También los twitteros vimos como luchadoras sociales, las novilleras y malnacidas y periodistas, fuimos expuestas en fotomontajes pornográficos, nos llamaron gordas como si fuera algo importante, o se atrevieron poner en riesgo a nuestra honorabilidad y familia con rumores de amantes políticos de partidos de oposición al Gobierno de Guillermo Padrés. En una conferencia de Sonora Bloggers, Elsa Lever, defensora de los derechos de la mujer, nos comentaba que ella vivió lo mismo, incluyendo amenazas de personas que creen que “el feminicidio está bien”. Entonces no es un mal exclusivo de la política, sino un mal social en el que la mujer preparada y participativa se reduce a eso: a fea, a gorda y a puta. 

¿Entonces como lo resolvemos? 

No sé, pero estoy experimentando. A mis hijastras, ahijadas, sobrinas y mujercitas de mi alrededor, nunca las llamo “princesa”, ni “bonita”. Les digo “talentosa”, “auténtica”, “divertida”, “inteligente”, “feliz”, “carismática”, “creativa”, “asertiva”… Si la ocasión lo amerita, como cuando me presumen su vestido de fiesta o el disfraz que las hace sentir hermosas, entonces sí, hago un comentario sobre su belleza física, acompañada por un cumplido a sus dones naturales que espero que nunca desaparezcan. Esas cosas que nos hacen ser mujeres sobresalientes y valiosas, porque la belleza física cambiará, y muy probablemente el legado de las mujeres “bonitas” será remplazado por mujeres nuevas, cual producto desechable. 

Actualización miércoles 21 de abril, 2015

Temo Galindo se disculpó hace unos días... no sé si aplaudirle o llorar

Hoy aparecieron dos lonas más reprobables que los actos de Temo Galindo 

"Las mujeres como las escopetas: Cargadas y en el rincón". Frase del siglo XIX para menospreciar a las mujeres



"La panocha en las coyotes ¡No en el palacio!". "Panocha" se aplica para dos cosas: para el piloncillo y también es el nombre que le da el caló sonorense a los genitales femeninos. 



Sí, estoy furiosa. 

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